La entrada de hoy se va a centrar en la crónica del El Altar del Holocausto en Madrid. El pasado 19 de Enero de 2024, tuve el placer de asistir a una singular homilía que tuvo lugar en la mítica sala madrileña Nazca. Una evento que me sorprendió gratamente y que pone el nivel muy alto desde el principio del año.
Una basílica llena de feligreses
Tal como he mencionado, el evento tuvo lugar en la sala Nazca, que en esta ocasión contó con un apoyo masivo de los fieles a la banda. Los asiente pudimos disfrutar de un espacio amplio y con una buena visibilidad. El escenario estaba bien montado y el sonido fue bastante correcto, por lo que debo felicitar a los técnicos/as encargados del montaje y monitorización del concierto. Mención especial a los desorbitados precios impuestos por la sala respecto a las consumiciones (de los cuales dudo que obtenga ningún beneficio la banda que sin embargo, llenó la sala con bastante antelación al concierto).
Desde el minuto uno, la conexión con el público fue patente, y éste supo devolver a la banda el calor y la pasión con la que los músicos compartieron su arte. La gente conocía a la perfección la performance habitual de la banda, por lo que el entendimiento mutuo permitió vivir momentos de gran intensidad emotiva. No asistí a un concierto al uso y he de decir que se superaron mis expectativas sobradamente, como me detendré a explicar a continuación.
Contra la dictadura de la letra
El Altar del Holocausto es un grupo encuadrado dentro del Post-Rock (sea lo que sea eso) que se ha decantado por la música instrumental. Su concepto gira en torno al imaginario cristiano, así como su puesta en escena.Es meritorio saber defender una puesta en escena exclusivamente musical, teniendo en cuenta la importancia dentro de la música «popular» de la letra, los estribillos pegadizos… Pero la banda supo a la perfección compensar es «carencia» con las atmósfera y paisajes sonoros que su música genera. Todos estos detalles hicieron del concierto una experiencia casi mística o espiritual (por relacionarlo con el imaginario de la banda).

Amplio abanico de sensaciones
El concierto empezó a tiempo y sin imprevistos. El público contuvo el aliento y la homilía dio comienzo en el más absoluto silencio, como marcan las normas. Cuatro figuras blancas, sin rostro, mudas comenzaron a tocar; la catarsis había comenzado. Acorde tras acorde, las notas flotaban ligeras en el aire como un grano de mostaza llevado por el viento, o golpeaban el cuerpo con el peso de la Cruz.
Detalles que me llamaron la atención y que denotan la profesionalidad de la banda, fue el uso de diferentes baquetas por parte del batería, que según el momento, pasaba de las tradicionales con punta de madera, a las clásica, recubiertas de lana. Si el diablo está en los detalles, este en concreto era blasfemo como ninguno. Los temas se sucedían uno tras otro, en una vorágine de sentimientos y emociones que es mejor vivir que leer. Mi más sincera enhorabuena a la banda, que ofreció un espectáculo soberbio a un precio bastante asequible.
Espero que o haya gustado la crónica de El Altar del Holocausto en Madrid tanto como a mí haber podido asistir al concierto. Aquí os dejo otras entradas que también espero que os gusten.