El pasado viernes 24, la banda barcelonesa Elefantes dio una clase magistral de cómo debe sonar un grupo en directo en la acogedora Sala Cite de Sevilla. Un lugar perfecto para una actuación intimista y por momentos también muy animada, con un público que salió exultante del concierto, con una energía que pocas veces he visto en un recital de este tipo. Aquí la crónica del concierto de Elefantes en Sevilla.
Elefantes, la elegancia y la pasión
Mi relación con Elefantes se retrotrae, como imagino que la de la mayoría, a la salida de su primer single a nivel comercial, aquel Azul que sonaba tan diferente a lo que había en ese momento en la música española. No, no era casualidad que estos catalanes me recordasen, por momentos, a Héroes del Silencio. Enrique Bunbury había estado detrás de su lanzamiento a nivel nacional, colaborando posteriormente con ellos. Azul me llamó mucho la atención, y Se Me Va, la espectacular versión que hicieron del tema de Raphael, me demostró que estos músicos sabían hacer cosas diferentes.
Les fui siguiendo, más o menos, y pude verles incluso un par de veces en directo, llevándome una sensación muy positiva. Elefantes son capaces de personificar ese sonido pop-indie elegante, ornamentado en su justa medida, equilibrado y exquisito que tan complicado resulta conseguir. Y el pasado viernes lo volvieron a demostrar en Sevilla, en una sala donde sobraban butacas, pero se respiraba un ambiente muy especial, íntimo, cercano. Tener a un par de metros a estos cracks fue una experiencia maravillosa, porque pude comprobar en segunda fila toda la magia que destilan encima de un escenario.
El concierto se abrió de una forma poco habitual. Los cuatro componentes del grupo salieron a saludar y recibieron la primera ovación de la noche sin siquiera tocar una nota. Luego, rodeando el micrófono principal, interpretaron Pretendes solo a guitarra y voz, en un inicio que nos dejó a todos con la boca abierta. Ya en sus posiciones, el grupo atacó con Cada Vez, un tema que puso a cantar a toda la sala. Su vena más luminosa continuó con Que Todo El Mundo Sepa Que Te Quiero, con un Shuarma ya desatado, acaparando todas las miradas, mientras sus compañeros permanecían en un lugar algo más secundario.
Un payaso enamorado y una banda eterna
Como buen vocalista y showman, Shuarma llevó el peso escénico de la actuación. Si al barcelonés jamás le ha faltado carisma, la experiencia y los cientos de conciertos con su banda le han otorgado un superpoder absoluto para atraer las miradas de todo el público. Cuando canta, cuando se mueve por el escenario, o cuando cuenta historias antes de las canciones, como ocurrió con El Payaso. ¿Sería real aquella amistad con Charlie Rivel al final de su vida? Sinceramente, Yo elijo creer.
De forma natural, el grupo fue engarzando temas de todas sus épocas. No faltaron los clásicos, como Que Yo No Lo Sabía, muy celebrada por el público, o Abre Más Ancho el Camino. Tampoco faltó la mítica versión del maestro Perales, Te Quiero, con todo el público haciendo coros en el estribillo. Con Azul llegó otro de los momentos más intensos del recital, ya que el público decidió que ya había estado sentado lo suficiente, y se levantó para cantar los estribillos del tema.
Tras la última canción, y la ineludible «salida en falso», la banda volvió al escenario para tocar un par de temas. No fueron quince, para desgracia de la chica del público a la que Shuarma decidió visitar, subiendo a través de las butacas, y que terminó cantando una de sus canciones favoritas. Fueron tan solo dos, pero muy bien escogidas, ya que además nos regalaron un gran final con Piedad, con todo el público saltando y disfrutando hasta la última nota. El broche de oro perfecto a dos horas de actuación magistral.
Conclusión sobre el concierto de Elefantes en Sevilla
Jordi, Álex, Julio y Shuarma llevan treinta años haciendo canciones, y eso se nota. Como el propio vocalista admitió, han estado «arriba, abajo, en medio, fuera y dentro» de esa locura que es la música comercial en España. Pero en el punto actual, presentado esta gira aniversario, se les ve tan felices, tan llenos de vitalidad y de amor por la música, que uno no puede evitar contagiarse. La calidad del sonido y las canciones ayuda, por supuesto, pero al final todo se reduce a algo más simple: cuatro tipos enamorados de la música que quieren hacer disfrutar al público. Ni más, ni menos.
Ojalá veamos a Elefantes en recintos mucho más grandes, haciendo Wizink Centers como los «grandes», capitaneando festivales masivos que hoy en día llevan a grupos que no suenan ni la mitad de bien que ellos, o sencillamente, en salas enormes, donde el amor que sienten por la música pueda expandirse mucho más. Y lo digo por nosotros, el público, porque cada vez haya más gente disfrutando de sus canciones. Ellos, al final, no lo necesitan, porque ya lo dan todo.
Puedes echarle un vistazo a la entrevista en exclusiva que hicimos a Elefantes por la salida de su disco recopilatorio de 30 Aniversario, o también disfrutar de la crónica del concierto de Saratoga en Valdemoro.