Seguramente pisemos Marte y nuestra mente siga siendo una desconocida. No, no estoy hablando de esos supuestos superpoderes que tiene y que no sabemos usar. Seguirá siendo una misteriosa incógnita por lo contrario: por sus defectos, por sus taras y por sus mentiras. Resulta que recordamos cosas que nunca existieron como los tirantes que sujetan los pantalones de Mickey Mouse o un monóculo en el ojo del personaje que hay en el logo del popular juego del monopoly. Estas alucinaciones colectivas se llaman “efecto Mandela”. Bautizado así debido a la cantidad de gente que aseguraba que el líder sudafricano había muerto en la cárcel a mediados de los ochenta.
The Hives lanza su sexto y último álbum: The death of Randy Fitzsimmons.
The Hives está consiguiendo, sin duda, provocar un “efecto Mandela” con respecto a la figura de Randy Fitzsimmons. Un oscuro personaje que, pese a que nunca ha trascendido ninguna prueba de su existencia real, la banda sueca afirma que es el fundador del grupo y el compositor de todos sus temas. Sí, ya hay muchos seguidores que dicen haberlo visto entre bambalinas en sus conciertos o escondido tras ellos en diferentes promociones. Ahora, después de 11 años de silencio discográfico, The Hives da otra vuelta de tuerca para acrecentar esta leyenda y nos cuenta que leyeron un extraño obituario en la prensa local y fueron conducidos hasta su lápida. Una vez allí, decidieron excavar y no encontraron ningún cuerpo pero sí unos trajes de su propiedad, unas cintas que contenían las demos de doce canciones y un papel escrito a máquina con el título del nuevo álbum publicado este viernes 11 de agosto: The Death of Randy Fitzsimmons. En mi opinión, se trata, claramente, de un personaje inventado. Un fantasma que nunca ha tenido huesos. No obstante, estoy convencido que, dentro de 20 años, cuando alguien pregunte por The Hives, casi todo el mundo contestará que era el conjunto de rock de Randy Fitzsimmons.
Con estos misteriosos antecedentes, se presenta un trepidante LP de rock garagero que pisa el límite de la estridencia. No creo que sea su mejor trabajo aunque sí el más sucio, uno de los más potentes y el más honesto. El comienzo del disco es lo más destacable gracias a un hit como “Bogus operandi” que será un éxito, a un corte muy punk y acelerado de apenas un minuto de duración que se llama “Trapdoor solution” y la explosividad de “Countdown to Shutdown”. Luego, esta colección pierde intensidad y velocidad pero continúa desarrollando esa rugosa crudeza y desaliñada autenticidad en los doce temas presuntamente compuestos por Randy que no se mueven un ápice del imperturbable estilo de The Hives desde hace ya casi treinta años. Se puede subrayar el pasotismo en “Rigor Mortis Radio”, el desgarro con aire blues en “Stick Up” y la melodía de himno colegial en “Smoke & Mirrors”. La inmadurez de la que presumen y que, por supuesto, es uno de los grandes encantos de la banda, se manifiesta en las composiciones “Two Kinds of Trouble” o “The way the story goes”. A pesar de que hay dos canciones que no me aportan nada como “Crash into the weekend” y “What did I ever do to you?”, “The Death of Randy Fitzsimmons” de los suecos The Hives deja, hacia el final, un buen sabor de boca gracias a otros dos temas que serán imprescindibles en sus directos y que, por tanto, los podréis disfrutar en su gira española a principios de octubre el día 4 en Barcelona, el 5 en Madrid y el 7 en Santiago de Compostela. Estoy hablando de “The Bomb” y de “Step out of the way”. Dos creaciones contundentes, rápidas y salvajes que, sin embargo, por alguna inexplicable razón, me retrotraen a las aventuras de mi tierna infancia. Sí, es extraño pero, ya sabéis, seguramente pisemos Marte y nuestra mente siga siendo una desconocida.
Esperamos que os haya gustado la noticia de tener de vuelta a Halestorm en España, y como es costumbre nos despedimos recomendándoos algunas otras noticias o reseñas de interés, y cómo no, el último número de nuestro podcast: