Birna de Wardruna, el eterno refrito.

Birna de Wardruna

En la entrada de hoy analizaré Birna de Wardruna, su nuevo sencillo. Una canción que no aporta nada musicalmente y que repite la misma fórmula excesivamente manida.

Cuando la historia atrae más que la obra

Wardruna es la típica banda que se consume en pequeñas dosis, de fondo o acompañando imágenes. No negaré que es música muy «peliculera», que genera una atmósfera mística y que sabe inducir cierto estado de trance. Más allá de esto, creo que nadie negará que es difícil que alguien dedique su atención a escuchar un álbum completo de Wardruna. Las melodías son repetitivas y poco elaboradas, la armonía es estática y muchas veces se compone de uno o dos acordes mantenidos a modo de «bordón» de gaita y las pocas versiones de canciones tradicionales no merecen mérito más allá de saber reconocer el buen gusto a la hora de reinterpretar dichas obras.

Birna de Wardruna
Foto Promocional de la banda. Copyright Sony Musica

Teniendo en cuenta lo anterior, cabe reconocer que Einar Selvik (la mente maestra detrás de Wardruna) es un artista que sabe vender su estética, su relato. Con un imaginario bien elaborado, atractivo para mucha gente y rodeado de mística y grandilocuencia, Wardruna engancha por su trasfondo.

Birna de Wardruna, una atmósfera sonora

Birna (osa en el lenguaje nórdico antiguo) versa sobre la relación del ser humano con la majestuosa criatura. A pesar de ser un tema con una forma simple, encontramos una estructura, con una introducción que va generando tensión que rompe en una suerte de clímax épico. La canción se asienta sobre unos cimientos de viento metal, que a través de un ostinato le confieren al tema una reminiscencia cavernaria. Encontramos de nuevo el diálogo entre las voces femeninas y masculinas adornado con una percusión primitiva, lo que le otorga un aura «chamánica». Birna recurre a la adición o deleción de elementos musicales para ir creando capas, jugar con la tensión y la calma y meternos en «ambiente».

Birna es el adelanto del próximo álbum de la banda, que llevará el mismo nombre. A pesar de lo comentado al principio de este artículo, es una canción que me ha gustado, pero no me genera ningún interés por el futuro lanzamiento. Tal como ya he comentado, me conformo con escuchar canciones «sueltas» de la banda para evitar saturarme y no necesito una continuidad temática para disfrutar de manera eventual de alguna que otra canción.


Espero que os haya gustado esta entrada y aquí os dejo otras que puedan ser de vuestro interés:

Acerca de Alejandro Morales Santon

Alejandro Morales Santón nace en Madrid en 1992. Desde muy pequeño demostró interés por la música y durante sus primeros años de vida pasaba gran parte de su tiempo jugando con un pequeño teclado digital. Motivado por un amigo de la escuela, empezó a asistir a clases de música como oyente, preparándose las pruebas de acceso al conservatorio de música Arturo Soria, donde consiguió ser admitido a la edad de 9 años. Allí cursó la especialidad de Oboe hasta completar el Grado Profesional. Motivado por la inquietud y el deseo de involucrarse en el proceso creativo, decidió estudiar el Grado en Composición de Músicas Contemporáneas de la Universidad Rey Juan Carlos, que finalizó en el año 2018. En el año 2022 finalizó los estudios de Post-grado en Gestión de Empresas de la industria musical, con la intención de profesionalizar su trabajo en el ámbito, donde ha trabajado en promotoras de conciertos y como agente artístico. Ha colaborado como compositor de música para cine (Superficies planas, El gato negro) así como en obras teatrales (Amantis), sin dejar de lado sus proyectos personales, tanto en el campo de la composición como en el de la interpretación.

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