«CMF2» de Corey Taylor, ya está en la calle. Aquí te damos nuestra opinión sobre estas trece canciones que nos presenta en el nuevo álbum. Un trabajo en el que Taylor combina sus influencias metaleras y rockeras para ofrecer un repertorio muy variado.
Banda sonora de un road trip por América
Desde el primer momento, el vocalista norteamericano ya demuestra que ha venido a sorprender. «The Box», el primer tema, es una delicia que se acerca al country folk, y da paso a Post Traumatic Blues, una canción potentísima en la que Corey se desata a las voces, demostrando su tremendo registro. Por si no hemos tenido suficiente para ver por donde van los tiros, «Talk Sick» nos pega un cañonazo de buen hard rock cien por cien americano. Ese tipo de temas que tan bien funcionan en las emisoras norteamericanas para ponerlo a todo volumen mientras vas con tu coche por la ruta 66.
Sí, sabemos que es un tópico, pero es que Taylor parece haber querido lanzar con este CMF2 una especie de banda sonora de eso viajes por las carreteras de la América Profunda. Buen rollo, estilo, rock and roll con sabor a bourbon y actitud de aquí al infinito. Hay momentos para la calma, como con «Breath of Fresh Smoke», en la que casi se puede oler las costillas a la barbacoa, o la sombría «Midnight«. Pero también hay estribillos hipercoreables, como el de «We Are The Rest«, que enganchan a la primera.
El lado luminoso de «CMF2» de Corey Taylor
Puede llegar a ser sorprendente ver a un tipo que ha conquistado el mundo entero cantando cosas como «Eyeless» o «People = Shit» lanzar canciones como «Sorry Me«. No es que Taylor no haya mostrado ya esa vena más melódica, pero aquí se engrandece, en buena parte, también gracias a sus compañeros de batallas. El trabajo a las guitarras de Zach Throne y Christian Martucci es espectacular. El bajo de Eliot Lorango refuerza todo el ímpetu de los temas más cañeros. Y lo de Dustin Robert, a quien no tenía fichado, es de otra galaxia. Qué batería, que pegada, qué gusto tocando…
Aunque hay baladas y canciones algo más oscuras, podríamos decir que CMF2 supone un chute de energía, actitud y buen rollo, mostrando el lado más luminoso de Corey Taylor. Aquí, la rabia que suele mostrar con Slipknot se canaliza hacia una vertiente mucho más positiva, más cañera. Un disco muy disfrutable para todo aquel que tenga las orejas abiertas y no vaya con prejuicios.
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